sábado, 14 de julio de 2007

JUEGOS DE INVIERNO

Sí, sí. Me imagino que me extrañaron durante estos días en que estuve ausente. Una es una diva y así es como debe ser. Pero las divas también somos seres humanos y pasibles de contraer alguna que otra peste, de esas que se ponen tan en boga en el invierno.

En las últimas semanas ha hecho mucho frío en Buenos Aires y uno ya no está en la plenitud de la juventud (por más que tenga todavía una apariencia espléndida). Lo que empezó, hace unos diez días, como un simple resfriado derivó poco a poco en una neumonía que me tuvo en cama durante una semana. Para colmo de males, además de frío, en la Reina del Plata tenemos también crisis energética y, cada dos por tres, nos cortan el gas y la electricidad para que podamos ahorrar. ¡Incluso nosotros, pobres viejos apartados de la mirada de dios!

Hace una semana que el médico me dio el alta y pude abandonar el reposo, pero igual quedé un poco paranoico y, como el frío no afloja, he preferido no salir del hogar, con todo lo bueno y lo malo que ello implica: por un lado tener tiempo suficiente para charlar largamente con doña Paca o para jugar a la escoba de quince con Anselmo; pero por otro, demasiado tiempo para padecer las imprecaciones místicas de Benito o el parloteo innecesario e insalubre de doña Leo. Parece ser que, cuando uno se va poniendo viejo las virtudes y los defectos se potencian y se van perdiendo los matices de la personalidad, simplificándose hacia los extremos. Es como si la vida nos fuera pasando en limpio, omitiendo las tachaduras o las partes confusas, para dejar finalmente un resumen más o menos fiel de lo que uno fue.

Cuando yo era joven, ¡cualquier día me iban a amedrentar las bajas temperaturas! Yo salía todas las noches aunque helara. Mis tacones eran famosos en las gélidas callejuelas del puerto, cuando la Isla Maciel todavía no era un lupanar y Puerto Madero todavía era río. Una vez conocí a un marinero finlandés que se asombraba de que no me congelara en pleno invierno con mi pollerita rosada y el escote hasta el ombligo. Hoy en día, el cuerpo ya no me da para tanto y cualquier descuido le abre las puertas a la pulmonía.

El lunes pasado, 9 de Julio, Día de la Independencia en la Argentina, la temperatura amenazaba con hacernos sufrir. Según doña Sofía, que no se pierde un noticiero, el pronóstico meteorológico anticipaba precipitaciones, pero yo no le creí porque no me dolían los juanetes. Me pasé la mañana en el salón de la tele peleando con don Francisco: el viejo se ve que anda mal con el alzeimer; se olvida de que hace años que está retirado del ejército (que lo echaron, bah) y dos o tres veces al día putea contra un supuesto colimba que no le lustra bien las botas. El 9 de Julio en particular, estaba puntualmente empecinado en ver el desfile militar por televisión y no hubo manera de hacerle entender que, desde hace veinticinco años, no solo no hay más desfiles sino que los milicos no pueden pasearse uniformados por la vía pública sin exponerse a algún insulto y/o escupitajo.

- Acá lo que hace falta es mano dura -decía el viejo- porque se confunde libertad con libertinaje.

Entre sus seguidores más fieles, doña Cata aprovechaba la onda derechosa para aportar su propio bocadillo.

- Por suerte, ahora con Macri va a estar bueno Buenos Aires.

Yo me limaba las uñas mientras le leía el diario a doña Paca, levantando el tono de la voz para que la pobre no escuchara semejante sarta de estupideces: al igual que a mí, la presión arterial le está jugando una broma pesada en los últimos tiempos y no es bueno que pase mala sangre.

Por supuesto que Benito no tardó en sumarse al coro de cuervos con su ya clásica "El día del juicio final ya está próximo; arrepiéntanse de sus pecados".

Aprovechando mi manicure y un repentino ataque de tos que me obligó a interrumpir la lectura, le mostré el dedo mayor en alto y me mordí la lengua para no responderle.

Aunque resulte paradójico, fue doña Leo la que me ayudó en esta oportunidad. La inminente discusión fue abortada por la voz destemplada de nuestra compañera guaraní, al grito de "¡Nieve! ¡Nieve! ¡Nieve!".

Yo pensé que a la vieja se le habían piantado de una buena vez los pocos pajaritos sanos que le quedaban en la cabeza pero al mirar por la ventana pude ver con claridad los tímidos copitos que caían bamboleantes sobre el jardín. Con doña Paca nos quedamos boquiabiertos. Mi hermano Gervasio, que era de 1910, solía contar que él había visto nevar en Buenos Aires cuando mozo y nunca le habíamos creído. En los años que tengo, yo nunca había tenido esa suerte. Después escucharíamos en la tele que el fenómeno no se registraba en la ciudad desde 1918, lo cual corroboraba los dichos de Gervasio. Todos quedamos azorados pero, entre todos, uno era el que manifestaba el mayor entusiasmo: Anselmo.


Le pegué una palmada en la frente y le advertí:

- Sea lo que sea lo que estás maquinando, ¡OLVIDALO!

El tipo me miró como si no cargara sobre sus hombros un historial que lo declaraba culpable antes de pergeñar la fechoría. Se alejó de mí refunfuñando entre el chirrido de las ruedas de la silla, que evidentemente ya necesitaba un poco de aceite.

- Esto no e' bue-eno, chamigo -declaró doña Leo, poniéndo inexplicablemente una mano sobre mi hombro, para que no quedaran dudas de que el "chamigo" era quien suscribe.

- Nunca pensé que diría esto -acotó doña Paca- pero estoy de acuerdo con Leonor. Pareciera que la naturaleza se está rebelando contra las iniquidades humanas.

- Si el general Pedro Eugenio Aramburu fuera todavía presidente -intervino don Francisco- estas cosas no pasarían...

Ante semejante afrenta gorilística (1), don Santiago (peronista de la primera hora) no podía permanecer callado.

- ¡Cállese, sotreta! En este país el único general que le hizo honores a las charreteras fue el Pocho (2).


En ese preciso instante, hizo su ingreso en escena el hijo menor de Benito, sacudiéndose la nieve de los hombros. A su padre se le inyectaron los ojos y toda su expresión se endureció en una mueca satánica. Entonces, mirándonos alternadamente a su hijo y a mí, nos dedicó una máxima que le brotó desde lo más profundo de sus testículos:

- El Señor ya los castigó con una lluvia de fuego. Ahora los va a castigar con el hielo. ¡Arrepiéntanse antes de que sea demasiado tarde!

El pobre muchacho se puso colorado.

- La idea fue de mi hermano -me dijo mientras se llevaba al viejo para la habitación-. Él es el que pone la plata...

Mientras tanto, afuera ya nevaba copiosamente y, si bien era posible ver la nieve a través de la ventana, la mayoría de los viejos ya se había acomodado frente a la televisión. Todos salvo doña Paca, Anselmo y yo. Doña Paca y quien suscribe compartíamos alegrías y angustias: por un lado, los niños y los no tanto haciendo monigotes ridículos con la nieve que se acumulaba sobre los techos de los autos; por el otro, los miles de pobres sin techo y sin siquiera un tecito caliente para sobrellevar el frío. Esos éramos Doña Paca y yo. Anselmo hace rato que pasa de las inquietudes sociales.

Pensaba en ello cuando caí en la cuenta de que el susodicho ya no estaba a la vista. Grité su nombre como Nino Bravo en "Noelia" y todos comprendieron mi sobresalto. Las enfermeras salieron disparadas en su búsqueda pero solo una tuvo el buen pálpito de salir a la calle (como si no estuviéramos acostumbrados a estos incidentes).

Yo no pude presenciarlo porque (como ya dije) estoy muy acobardado con estas cuestiones térmicas, pero los que sí salieron a la vereda cuentan que la silla de ruedas estaba volcada en la esquina y, a su lado, Anselmo tirado boca abajo sobre el colchoncito de nieve, agitando los brazos como si quisiera volar. "Al menos está vivo" pensé en cuanto me pasaron el dato.


Cuando lo regresaron al hogar, aun no se había borrado de su carita la expresión de chico travieso que significa algo así como: "Me cago en la pulmonía, yo me doy todos los gustos".
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Aclaraciones válidas para lectores que no estén al tanto:

(1) En la época de auge del peronismo, se llamaba "gorilas" a los antiperonistas.
(2) "Pocho" era el sobrenombre con el que se conocía a Juan Domingo Perón.

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He aquí más imágenes que ilustran el raro fenómeno:






lunes, 2 de julio de 2007

8 x 8


El amigo Zeky's me seleccionó para este jueguito y me gustó. De paso actualizo. Últimamente está haciendo mucho frío en Buenos Aires y estoy saliendo poco (los huesos ya no me dan...).

La cosa es sencilla y (espero) divertida:

1. Cada jugador cuenta 8 cosas de sí mismo
2. Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.
3. Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres/blog.
4. Por supuesto, no hay que olvidar dejarles un comentario que han sido seleccionadas para este juego.

Acá van las ocho cosas que tengo para confesar:

1- En las últimas décadas me he tomado la costumbre de dormir muy poco, lo cual me permite observar a mis compañeros y compañeras del hogar mientras duermen (no saben las cosas que uno hace y dice mientras duerme!).

2- Detesto tomar remedios. Soy anti-fármaco. Y cuando me duele algo, me las aguanto lo más que puedo para que no me receten nada.

3- Mi comida preferida son los ñoquis con salchicha pero con el tema del maldito colesterol los tengo prohibidos!!!!

4- Lo puedo decir porque él no va a leer este blog y ustedes no lo conocen: años ha, tuve una historia con Anselmo. Hoy en día, solo somos buenos amigos.

5- Jamás salgo a la calle sin llevar al menos una prenda color rosa.

6- Tengo una colección de concheros que me fueron regalando diversas personalidades del teatro de revista y que atesoro como el mayor legado que les dejaré a los que me hereden.

7- Cuando estoy bien físicamente (entiéndase: cuando no me duele nada), suelo darme unas visitas por los baños de ciertas estaciones de tren para "conocer" buenos muchachos, jijijiji.

8- Una vez tuve sexo con una dama.

Espero que mis declaraciones no los hayan dejado con la boca abierta: les puede entrar alguna mosca, jijijiji.

Los seleccionados para tomar la posta son:

1) el Huije.
2) Paz.
3) Dios (si agarra viaje, QUIERO LEER ESAS CONFESIONES).
4) Libertyberto (también quiero leer las de él, jijijiji).
5) Fok.
6) Trescatorce.
7) Z.L.K.H.A.Y.
8) Rakro (por ser unos de los últimos que llegaron a este blog, jijijiji).

Obvio que esto es un juego y juega el que quiera jugar. No hay compromiso. Si alguien no quiere, lo sigo queriendo igual, jijijiji.
En estos días regreso con más desventuras.