jueves, 12 de abril de 2007

MOSQUITOS GO HOME


Como muchos sabrán, en las últimas semanas Buenos Aires se ha convertido en el paraíso de los mosquitos. Se los ve por todos lados y, por cada uno que uno mata, aparecen diez más. Y no es que me queje porque a mí me afecte en forma directa. No. Se ve que mi sangre es lo suficientemente amarga como para que los bichitos ni se me acerquen. Pero es igual de molesto ver a los demás a los cachetazos limpios todo el tiempo. No se puede mantener una conversación sin que haya que matizarla con algún que otro soplamoco.

En el hogar en donde vivo, el banquete preferido de los zancudos chupasangre se llama, por supuesto, doña Leonor. Hay que reconocer que la paraguaya está un poquito entrada en carnes y, como siempre anda acalorada (menopausia interminable mediante), se pasa la vida en ojotas y batones gigantes, exponiendo a la vista de todos más humanidad de la necesaria. Por estos días es habitual oirla putear en guaraní mientras se cachetea y los bichitos le revolotean en derredor como... como... como moscas en la miel (se me ocurría otra metáfora, también con moscas, pero más escatológica, jijijiji). Es curioso de todos modos (y no es mi intención hacer una escena de celos ni mucho menos) porque, si hay alguien amargo en este asilo, esa es la doña paragua.

Una asidua visitante de este blog, la inefable Señorita Cosmo, sugirió por estos días la cría sistemática de sapos para acabar de una buena vez con la plaga. Todos conocemos los hábitos alimentarios de los nobles batracios. Por mi parte, a raíz de ciertas similitudes morfológicas (ojos fuera de las órbitas y boca generosa), estos bichos no me caen muy simpáticos. Me recuerdan años de atormentada infancia. Sin embargo, no dejo de admitir que la idea de la colonia de sapos tiene su asidero. Por eso, la otra noche se lo comenté a don Anselmo, mientras jugábamos una partida de chin-chón. El viejo, que es como un chiquillo de diez años, agarró viaje de inmediato y ayer por la mañana nos escapamos por la puerta de atrás y nos fuimos al zanjón que hay acá a unas cuadras, munidos de red y bolsa de arpillera.

Lo primero que tengo que decir al respecto es que, si en el asilo nos quejábamos por la proliferación de insectos hematófagos, los yuyos de metro y medio que rodean al zanjón son algo así como el Nirvana de los mosquitos.

La expedición tuvo sus bemoles. Entre la silla de ruedas de don Anselmo (que se enredaba con cuanto yuyo había en el lugar), don Anselmo (que es alérgico ¡a la clorofila!) y mis pantalones acampanados (porque soy incapaz de salir a la calle como una chirusa y además me niego a descartar las maravillas de las modas pasadas), el avance a través de la maleza era por demás dificultoso. Los tacos de las sandalias se me hundían en el barro y don Anselmo casi se me cae dos veces de trompa porque, haciendo caso omiso de la amargura de mi sangre, los mosquitos se me abalanzaban como bombarderos y me costaba mantener la estabilidad de la silla. Como música de fondo, se oía el croar de los sapos (o de las ranas, nunca logré diferenciar entre unos y otras). Todo tranqui. Pero algo me decía que aquella aventura no saldría tal como la habíamos pensado.

Fue don Anselmo quien, involuntariamente, encontró la punta del ovillo, mientras se desesperaba matando mosquitos con una mano y espantándolos con la red que sostenía en la otra.

- Che, viejo, si se supone que los sapos se morfan a estos bichos de mierda, o ya están pipones o se pusieron a dieta.

A mí me empezó a dar miedito. Hasta escuchaba la musiquita incidental de las películas de terror, esa que se escucha en la famosa escena de la ducha en que apuñalan a la rubia.

Como ya dije, avanzábamos lentamente y la idea de la Señorita Cosmo ya no me parecía tan fantástica. Sin embargo, se me ocurría que no era momento para flaquezas. Así que, como pude, seguí empujando la silla de ruedas y cargando la bolsa de arpillera vacía, en medio de una nube de diminutos caza-bombarderos.

Hasta que por fin llegamos al zanjón.

La escena no podía ser más descorazonadora.

Junto a la escuálida corriente de agua cenagosa, una docena de sapos (o ranas) permanecían impávidos entre millones y millones de dípteros hambrientos. Al notar nuestra presencia, algunos de los anfibios se perdieron en la maleza o se echaron al agua. Pero hubo uno, uno grande y gordo como escuerzo, que giró la cabeza, nos miró fijamente y (como quien dice "hicieron semejante viaje al divino pedo") abrió su gran bocaza, extendió su babosa y kilométrica lengua y se manducó un mamboretá que deambulaba distraído entre los yuyos. ¡Un mamboretá! ¿Y a los mosquitos no les daba ni cinco de pelota???? NO.

Don Anselmo y yo nos miramos y, sin decir palabra, volvimos por donde habíamos llegado. Comenzaba a llover y lo que antes fuera una suave brisa se fue transformando en un viento que doblaba los árboles.

Antes de regresar al hogar, nos guarecimos en la farmacia y nos gastamos lo que nos quedaba de jubilación en antibióticos y repelente.

PD: El de la foto de hoy no es don Anselmo ni yo. Aclaro por si las moscas...

10 Comentarios:

EzLoKhAi dijo...

Puxa!! que desilución.. y yo que ya estaba contando mis pesos pa`mandarme un viaje a la argentina a ver a miv iejito en buena forma (eso si.. una vez que los che solucionen su "pequeño" problema)
Aca nada de mosquitos pequeños.. solo los políticos de siempre!

Slqhay.

P.D.: JAJAJAJAJA!!!! lO SIENTO!! POR + QUE TRATE DE DARLE LA SERIEDAD QUE AMERITA SU PROBEMA... JAJAJA NO ME LO VEO EN EL PANTANO UNDIENDO LOS TACOS DE SUS SANDALIAS EN EL LODO!!!! JAJAJAJA!!!

P.D.: La otra vez me pregunto si el chico que aparecia en la fotografía era yop... mmm, pues nop,, pero en el post anterior (un cuestionario de lo + latoso) mande una foto mía...XD.

Anónimo dijo...

Es imposible dejar de reir , cada frase que leo es una sonrisa en extensión y expansión para terminar en una ruidosa carcajada frente a esta pantalla . Es Usted genial don Arturo ya lo imagino con cara de SAPO , pero me gustaba imaginarlo mas con la carita que tiene en su perfil...

Bueno pero la idea de la srta Cosmos resultò efectiva o no ? esa parte no la entendì muy bien , es que usted habla enrredado .

Un besito de esta viejita ...

Paz/

Anónimo dijo...

Claaaaaroooo!!!!!
El señor se hace el aventurero y después se anda quejando del reuma y los bronquios...
Me parece que le voy a tener que decir a las enfermeras del hogar que los vigilen mejor a ustedes dos. O que los pongan en asientos separados, como a los chicos del colegio. Juntos son dinamita y pueden hacer cualquier cosa!!!!

EzLoKhAi dijo...

Me pegue otra vuela sólo pa` chekar la imagen otoñal de nuevo... 8b!

Saludos!!

ReinaDeSalem dijo...

Los sapos ya están cansados de mosquitos..., se han vuelto de paladar fino...

Quizá, la única solución a la vista, la más asequible y cercana es la señora Leonor siempre cerquita...

Me he reído muchísimo. Como siempre, me encantó.

Mil besos.

Anónimo dijo...

En el blog de la Seño Cosmo pusieron la dirección de un novedoso sistema para deshacerse de los molestos bichos:
http://www.puntogeek.com/2007/02/02/sea-anti-mosquitoes-xp-20-software-anti-mosquitos/

Pero se necesita tener computadora en la casa. Lástima que usted no tenga. Van a tener que hacer una vaquita entre todos los viejitos del hogar y poner una con internet.

Señorita Cosmo dijo...

Es por la capa de ozono y las investigaciones con células madre. Están alterando a los sapos y a los mosquitos, o si no digamé, ¿desde cuándo hay tantos mosquitos tan entrado el otoño?
No me extrañaría nada que en EEUU estén haciendo experimentos genéticos con mosquitos. Tuvo razón en oir musiquita de película de terror de fondo, imagínese una mutación de mosquito gigante.
¡Drácula un poroto al lado de ese!

Don Arturo de Quilpue dijo...

Esloqhay:
¿Quién dijo que no estoy en buena forma??? Si supieras lo que es capaz de hacer este cuerpito te sorprenderías. Lo de los mosquitos es muy molesto pero acá también tenemos políticos.
Me alegro que te haya gustado la imagen otoñal.

Paz:
¿La cara del perfil no se parece a un sapo? No sé si la idea de la Señorita Cosmo da resultado porque al final no nos llevamos ningín sapo al hogar. No los vimos muy motivados para engullir mosquitos.

Huije querido:
Con don Anselmo somos capaces de hacer cualquier cosa... menos tener sexo, jua jua jua.

Reinadesalem:
Es posible que la soluciòn sea tenerla a doña Leo cerca. Pero yo paso. Prefiero ser el almuerzo de los mosquitos.

Señorita Cosmo:
¡Mosquitos mutantes!!!!! Lo único que nos faltaba!!!!!
Paren el mundo que me quiero bajar!!!!!!

Yun dijo...

Me re cagué de la risa, genial post. Le sigo visitando ^^

Gustavo dijo...

Llegué a llorar de la risa con esta historia, vea.

Estoy ansioso esperando otra del mismo tenor. Y si supiera su dirección iría a que me la cuente en vivo y en directo.

Abrazos Don Art.